7 ago 2009

ANACRONICO

Despierto cansado, un leve recuerdo murmura (este día no será tan nuevo). Muevo mi cuerpo hacia el baño, aseo gran parte de mi cara pero mis ojos no pretenden abrirse esta vez. Giro la puerta de forma instintiva y logro ver mi cuerpo oblicuamente enredado en sabanas, preso de ellas, trenzadas a mis piernas.
Logro sentarme, tinta en mano golpeteando sobre el papel pronuncian un pulso intermitente. Ya somos tres andando. Logro deshacerme de ellos y continúo.
El pulgar izquierdo empuja la página, continuo escribiendo. No pretendo frenar mis impulsos pero los golpes desde el otro lado no permiten concentrarme. No quiero volver hacia atrás, no volveré hacia atrás. Pliego el cuaderno abruptamente y encierro los sonidos.
Muy próximo a la ventana observo los edificios. Ellos duermen de día, erguidos, impolutos, solo teñidos por las sombras que demarcan el tiempo. Apenas la tierra gira unos grados más, la oscuridad los invade y se manchan de luces, noctámbulos.
Giro la mirada hacia adentro, ya no logro contarlos, los enumero según la cronología de mis actos precedentes. Observo detenidamente cada uno de ellos, pendientes de su próximo anterior. Devengo en cansancio optando por terminar la jornada. Me acerco a la cama, lo observo, sin mediar pensamiento me zambullo dentro de mi cuerpo. Otra vez enredado en sabanas.

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