30 abr 2011

Calló y dijo


Frías son las mañanas en las que uno no habla, más aún cuando esto significa que por defecto haya que mover la nariz cuasi congelada. Ahora bien, ¿no es meritorio también ejercer silencio? Generalmente se dice habló y dijo… yo quisiera callar y decir.
El merito de, el aún sin voz, es ser interpretado como tal. Dígame usted que quiere comunicarnos a través de su silencio. Creo saberlo, esto aburre, y comenzás a despegar los ojos en el renglón siguiente.
Las ausencias son presencias netas, poco o nada adjetivadas, o más difícil de hacerlo. Difícil es decir qué no estoy escuchando, qué no estoy diciendo o qué no estoy haciendo.
Póngase de ejemplo que en un entrenamiento todos estas corriendo, menos yo que no lo estoy haciendo, pero tampoco estoy yendo a comprar el pan para el mediodía, ni tomando el colectivo en aquella parada que no conozco porque no elegí trasladar mi cuerpo, o como vos que ya no estás leyendo, y recobras la atención justo en este instante y olvidas que recordabas haber puesto la pava en el fuego y entonces yace en la mesada el mate no cebado.
Por eso digo, que raras son las mañanas en las que uno calla y anhela saber que es lo que ha guardado para si mismo.